Hugo Chávez podrá haber muerto, pero su legado de nacionalismo económico y autoritarismo político perdurarán en Venezuela por muchos años.
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Es difícil determinar aún la magnitud de los daños. Venezuela, que otrora fue una de las pocas democracias —aunque imperfecta— en una región plagada de dictaduras militares, ahora se encuentra en el sótano de los principales indicadores latinoamericanos sobre calidad institucional y libertades políticas y civiles. Irónicamente, Chávez utilizó elecciones, plebiscitos y tecnicismos legales para destruir instituciones democráticas vitales, como la separación de poderes y la independencia de la prensa. Este modelo luego sería replicado en Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Chávez lo llamó “Socialismo del Siglo XXI”, us principales características —liderazgo mesiánico, control estatal de industrias clave y represión política— se asemejan más al fascismo.
Es difícil determinar aún la magnitud de los daños. Venezuela, que otrora fue una de las pocas democracias —aunque imperfecta— en una región plagada de dictaduras militares, ahora se encuentra en el sótano de los principales indicadores latinoamericanos sobre calidad institucional y libertades políticas y civiles. Irónicamente, Chávez utilizó elecciones, plebiscitos y tecnicismos legales para destruir instituciones democráticas vitales, como la separación de poderes y la independencia de la prensa. Este modelo luego sería replicado en Ecuador, Bolivia y Nicaragua. Chávez lo llamó “Socialismo del Siglo XXI”, us principales características —liderazgo mesiánico, control estatal de industrias clave y represión política— se asemejan más al fascismo.